sábado, 10 de septiembre de 2011

LA NEUTRALIDAD

LA NEUTRALIDAD… ES UN TRABAJO


DRA. ALICIA GONZALEZ VITALE
ABOGADA MEDIADORA
CIPOLLETTI – RIO NEGRO


“No sé como encarecería bastante a mis colegas que en el tratamiento psicoanalítico tomen por modelo al cirujano que deja de lado todos sus afectos y aun su compasión humana, y concentra sus fuerzas espirituales en una meta única: realizar una operación lo más acorde posible a las reglas del arte.”
SIGMUND FREUD


Abstract:

La ley de mediación de la provincia de Río Negro N° 3847, establece entre sus principios la neutralidad del mediador.

Conceptualmente se enseña que la mediación es un procedimiento no adversarial, en el cual un tercero neutral, ayuda a las partes a que estas resuelvan sus conflictos.

La práctica nos demuestra que resulta casi impracticable la neutralidad.

El termino neutralidad - recuerda Suares- proviene del derecho internacional, es “la situación jurídica de un Estado que no interviene en una guerra promovida entre las naciones y se obliga a no participar en las hostilidades ni en contra ni a favor de ninguno de los beligerantes”; esa es la calidad de neutral.

Se entiende por neutral, al que “no interviene en la guerra promovida por otros”.  La neutralidad así entendida, implicaría “abstenerse de intervenir”, como una paradoja, de nuestra intervención.

El aprendizaje en este estadio de observación y evaluación, me permite tener una mirada distinta de mi rol como mediadora, que me haga advertir en cada intervención, como cumplir el rol revalorizando a las partes, legitimándolas, reconociéndolas y absteniéndome de introducir mis propios valores, para no invalidarlas.
  

Introducción:

El presente trabajo ha sido realizado en el marco del programa de evaluación de mediadores realizada por el Poder Judicial de la Provincia de Río Negro, previo al otorgamiento de la matrícula definitiva de mediadora.

Es el resultado de más de 7 años de ejercicio profesional como mediadora prejudicial.


La neutralidad del mediador:

Desde el primer momento en que recibimos la capacitación como mediadores, hemos aprendido que “ el mediador debe ser NEUTRAL.

Desde la definición del concepto de mediación vemos que entre sus elementos constitutivos se encuentran: la “neutralidad” e “imparcialidad”. Como todo mediador en ejercicio tengo el total convencimiento (al punto de incorporarlo conceptualmente de manera automática) sobre esta mentada NEUTRALIDAD, como un rasgo característico y distintivo del desempeño de mi rol.

En la provincia de Río Negro nuestra Ley de Mediación  3847( y antes de ella la Acordada del Superior Tribunal de Justicia de R.N. N° 11/04) dispone: “El proceso de mediación establecido en la presente ley garantizará el cumplimiento de los principios de neutralidad, voluntariedad, igualdad, imparcialidad, oralidad, confidencialidad, inmediatez, celeridad y economía…”.  (Artículo 3º).

Así en la capacitación profesional, se nos ha enseñado – sin pretender adoptar una definición- que la mediación es: “… un procedimiento no adversarial en el cual un tercero NEUTRAL ayuda a las partes, a negociar para llegar a un resultado mutuamente aceptable…”, “… La mediación es un procedimiento no adversarial en el cual un tercero NEUTRAL, que no tiene poder sobre las partes, ayuda a estas a que en forma cooperativa encuentren  el punto de armonía en el conflicto….” (Higthon Elena- Alvarez Gladys, “Mediación para resolver conflictos”, Edit. Ad-Hoc,  pags. 122 y 195).

En función a ello, esta característica tan especial la incorporamos (en teoría) en nuestro desempeño de una manera tal que “se da por supuesto” que es lo que aquella palabra (neutral-neutralidad) quiere significar, pero en la práctica solemos no darnos cuenta, no visibilizar algunas situaciones en las que ponemos en riesgo la neutralidad.

A partir del proceso de observación de casos grabados en el CEJUME CIPOLLETTI y que fueron objeto de la evaluación profesional, pude advertir algunas situaciones que parecen simples e inocuas, pero que tienen un trasfondo más profundo, al punto tal que de no corregirlas, podría llegar a invalidar a las partes, afectando su rol protagónico, impidiendo su legitimación, al punto de menoscabar la revalorización de la/s parte/s, y el reconocimiento que les corresponde.

Entonces me surgen algunos interrogantes, tales como:
¿El porqué de la neutralidad en mediación?
¿Cómo garantizar la “neutralidad” de la  mediación?
¿la neutralidad es un fin o un medio?

A partir de la auto-observación realizada sobre mis grabaciones y ayudada por la observación que efectuaron las evaluadoras, decidí trabajar sobre lo que podríamos denominar una “debilidad”[1] de mi práctica profesional, que de pasar inadvertida, puede llegar a invalidar el trabajo profesional al que aspiro, desde el mismo momento de dar inicio en cada mediación. Y es sobre esta situación, sobre la que reflexionaré.

Sobre neutralidad, se ha escrito mucho, y en este momento viene oportuno citar los trabajos realizados por Sara Cobb, ( 1995) cuando analiza desde diferentes ángulos, que es lo que se entiende por Neutralidad, su posibilidad de ejercerla y hasta que límite, en el contexto de la mediación.

Autores como Marines Suares, en su obra “Mediación. Conducción de disputas, comunicación y técnicas”, pone en crisis este tema. Así señala que se genera una suerte de oposición entre neutralidad e intervención. Suares sostiene que desde el mismo momento que un mediador interviene en un caso, interfiere entre las partes y atenta contra la neutralidad.

El termino neutralidad - recuerda Suares- proviene del derecho internacional, es “la situación jurídica de un Estado que no interviene en una guerra promovida entre las naciones y se obliga a no participar en las hostilidades ni en contra ni a favor de ninguno de los beligerantes”; esa es la calidad de neutral. Y así se dice que se entiende por neutral, al que “no interviene en la guerra promovida por otros”.  La neutralidad así entendida, implicaría “abstenerse de intervenir”, como una paradoja, de nuestra intervención.  Y en esto, la teoría general de los sistemas han demostrado que “siempre la inclusión de un tercero, crea un nuevo sistema” y ello implica, que la intervención de ese tercero modifica el sistema de las partes.

Sin duda, algo de ello nos ocurre cuando ingresamos e intervenimos en una mediación, ya que modificamos la situación existente entre las partes. Y a modo de ejemplo, en una de mis mediaciones familiares objeto de filmación, tuve la ocasión de comprobar con los letrados, ya casi finalizada la audiencia, que las partes modificaron su conducta, al reconocerse que era la primera vez que hablaban después de muchos años.
El caso

Mediación del día  27-08-07

En esta mediación familiar, la abogada de la señora (requirente) sostuvo en un momento de privacidad de abogados y mediadora, estando las partes afuera de la sala de reunión:

            “… no habían conversado en años, la nena tenía 5 años la última vez que ellos hablaron…” ( habían pasado casi 8 años).


Creo que es innegable, que como mediador –facilitador de la comunicación de las partes- intervenimos y generamos modificaciones; pero la cuestión es visualizar, identificar y aprehender, como lo debemos hacer, para que sea neutral.

Se sostiene que el mediador debe actuar en ausencia de sentimientos, valores o protagonismo de ellos mismos. El mediador debe mantener el caso sin favorecer ni sostener a una sola parte. Es decir, no debe colocarse a favor o en contra de alguna de las partes, no debe establecer alianzas. Y aquí comienza esa tarea tan delicada y sutil del mediador, esto es, desempeñarse con neutralidad, en todo momento de la mediación.

He entendido – a partir de aquí- que la neutralidad ( o multiparcialidad) es un trabajo que está presente en cada situación de la mediación, en todo momento, desde el discurso, la introducción, la intervención que se les da a las partes, a los letrados; que no basta con “decir” la neutralidad, como discursivamente lo solemos hacer casi automáticamente sin reflexionarlo, sin “re-pensarnos”.

Al comenzar recordaba -conceptualmente- que la mediación es aquel procedimiento en el que como terceros facilitamos la comunicación de las partes y debemos desempeñarnos de manera neutral. Y aquí me surgen nuevos interrogantes: lo entienden las partes?  y lo que no es menos importante, ¿ entendemos los mediadores el alcance de ser neutral?

Es pertinente hacer una acotación, en cuanto a la pretensión de actuar en ausencia de sentimientos, valores, prejuicios en pos de visibilizar esto que venimos afirmando como necesario para trabajar la neutralidad.

Dicha pretensión o creencia, de que se pueda dejar de lado los valores culturales, creencias, parecería ignorar los aportes elementales del psicoanálisis, en cuanto a motivaciones inconcientes, además de los aportes realizados en cuanto a las formaciones de creencias como “subproductos de aprendizajes”(entendiendo por tales aquellos que impregnan nuestra forma de percibir la realidad). Situaciones todas estas que no anulan la proclamada neutralidad, sino que la condicionan y desafían en todo momento de nuestro desenvolvimiento. Al punto tal que se ha llegado a afirmar que para ser verdaderamente imparcial, uno debería dejar de ser humano. 

Y en esto radica - a mi criterio - el aprendizaje en este estadio de observación y evaluación, que me permite tener una mirada distinta de mi rol como mediadora, que me haga advertir en cada intervención, cumplir el rol revalorizando a las partes, legitimándolas, reconociéndolas y absteniéndome de introducir mis propios valores, para no invalidarlas, por cuanto de no corregir mi proceder, puedo llegar a no permitir que ellas asuman plenamente su rol, excediendo el mío como mediadora. 

Nótese que solemos reconocer y resaltar que es bastante frecuente advertir entre las partes una diferencia o disparidad de su poder de negociación, por cuestiones de poder, violencia, etc. Cuestión sobre la que el mediador debe trabajar para equilibrar la situación de las partes. Siendo ello así, entonces puedo afirmar que si como mediadores intervenimos excediendo nuestro rol, nos convertimos en invalidantes de las atribuciones de la parte, implicando una manera más de ejercer violencia contra ellas.


El caso:

En el caso filmado el 4-12-07, en la introducción del procedimiento de mediación sostuve:

…en esta instancia son las partes quienes pueden llegar a un acuerdo…”,

            “… no es como en una audiencia judicial donde hay un tercero, un juez que les dice que es lo que tienen que hacer…”,

            “… por lo tanto el Mediador es un tercero, es neutral, es quien conduce estas audiencias pero no es quien les dice ud., tiene que hacer o ud. no tiene que hacer…”,

Al auto-observarme, escuchar nuevamente a las partes y mi intervención identifique estas situaciones:


Dice Daniela:

            “… habíamos quedado una fiesta cada uno, pero como el tenía su mamá fuera de la localidad, lo que yo le había pedido solamente que ese día no la sacara a la ruta…porque se pone muy peligroso …” (acá surge un disparador en mi que no identifiqué en ese momento y por lo tanto no pude manejar adecuadamente).

Yo (mediadora) digo:
 “ CLARO”,

Dice Julio:

 “… mi mamá vive en Neuquén y yo la iba a pasar con ella las fiestas…”,

Yo (mediadora) le pregunto a Julio:

            “tu mamá vive en Neuquén Capital?”, ( acá visibilice mi prejuicio, preconcepto e intromisión en el lugar de las partes, restándoles su protagonismo).

Julio:
           
            “… si,si ”,

Yo ( mediadora):

            “ ah, no!!,  pensé que más lejoses bastante atinado esto que dice Daniela de que en las épocas de fiestas la gente toma una copita… yo pensé en distancias más largas, por ahí uno trata de no viajar de noche…”, ( cuanta “injerencia arbitraria” en la vida de estas personas, me pregunto ahora que he podido develar la dimensión verdadera de ser neutral).



Mi re-conocimiento:

Un ejemplo que pude “ver” en la mediación del caso  transcripto - parcialmente-, fue cuando la mamá le pide al papá que en las fiestas no saliera con la nena a la ruta.

Esta situación se presentó casi finalizando el acuerdo que las partes construyeron sin dificultad y en una fracción de segundo, cometo este descuido cuando se tira esa petición que generó en mi un disparador de mi prejuicio sobre lo inconveniente de viajar en fechas de fin de año, para evitar accidentes.

Al auto-examinar la grabación, tuve la plena sensación vivida en aquel momento, por cuanto al comentarse el tema, de salir a la ruta en los días de fiestas de fin de año, navidad, etc., mi mente se remontó a un viaje a largas distancias, situación para nada planteada por las partes, ya que ellos hablaban de una corta distancia ( Cinco Saltos-Neuquén –a menos de 20 kms.) no sorprendiéndome por su planteo, sino porque en mi se había disparado un prejuicio, un preconcepto muy propio, que muchas veces me ha llevado a decidir (en mi vida) no viajar en ese tipo de fechas. (independientemente de la percepción que las partes tuvieran sobre mi “imparcialidad” en aquel momento, que hasta les pudo haber pasado inadvertida).

Así evidencié que mi intervención invalidó sus propios pensamientos, sentimientos y valores (más allá de la circunstancia de que las partes por sí logaran un acuerdo o entendimiento).

También  logré visibilizar como al tener este desliz estaba saliendo de mi rol de mediador, invadiendo el de la parte (ante-poniendo mis pensamientos y mis emociones, a los pensamientos, intereses y sentimientos de los protagonistas).

Y debo reconocer expresamente que se que esto implica no reconocerlos como protagonistas del proceso.

Aunque pueda ser visto como un simple y probablemente inocuo detalle (para los demás); aun cuando mi intervención haya guardado una apreciación dirigida a “ambas partes” y hasta simulando de esa manera una imparcialidad formal, ahora veo (y reconozco) que la mencionada neutralidad del discurso, resultó en este “detalle” relatado, sustancialmente inexistente. Ello dicho así, porque probablemente no varió la decisión que ambos lograron, hasta pudo ser visto por las partes como una apreciación compartida empáticamente con ellos. 

Por ello digo que entendí y comprendí que la neutralidad es un trabajo; cada frase, cada pregunta, cada movimiento que he de llevar en el proceso de la mediación tiene que estar imbuido de estas características.  Tarea que no se presenta sencilla, que importa todo un desafío por el que me propongo transitar.

¿Como lo podré realizar? Acá entra en juego la legitimación de las partes, el reconocimiento del rol que cada parte tiene en la mediación.
Lo que Sara Cobb sostuvo al decir que otro elemento de la neutralidad es la equidistancia, entendida como “la habilidad del mediador para asistir a los disputantes para expresar su “lado” en el caso. Para asegurar que la información sea develada”.

Acá sabemos que una forma de lograr que la información sea develada, es a través de crear simetría entre las partes, ya que en muchos casos, no se encuentran en un plano de igualdad a la hora de expresar su lado.

También pude reconocer que nuestra práctica como mediadores requiere de una revisión permanente del hacer.

Pensando en como se garantiza la neutralidad, me surge que hay que poner énfasis en cómo funciona una determinada situación para esa familia ( o como es el vinculo relacional de las partes) que tengo frente a mi en la mediación y trabajar en base a ello, posibilitando el dialogo que permita a las partes ampliar las alternativas para la resolución del caso, identificar en su narrativa desde donde me dicen lo que dicen y que nuevos re-significados pueden apropiarse para la construcción de un modo de re-vinculación duradera. ( más allá de que se logre un “acuerdo en papel”).

En la mediación de Daniela y Julio,  mi neutralidad se habría mantenido incólume si en ocasión de referir Daniela su pedido de “no salir a la ruta”, yo la hubiese interrogado respecto de sus intereses, sentimientos y valores, para que pudiera explicar acerca de su deseo que permitiese a Julio ( y a todos los presentes) poder comprender lo que ella estaba queriendo transmitir.

Haciendo un parangón entre lo discursivo y lo práctico, formulando una aguda autocrítica, creo que en mi evaluación se apreciaron varias condiciones personales que entiendo relevantes para mi desempeño como mediadora, como son: “comprensión de las perspectivas de las partes”, “agente de la realidad”, “empatía”, “negociación asistida de manera eficiente”,” imparcialidad( neutralidad)”,” lenguaje no jurídico” “comunicación no verbal”, pero que si no revisara y reformulara mi punto de vista de lo que implica verdaderamente ser neutral”, a partir del reconocimiento de las partes y su legitimación, todo lo anterior corre el riesgo de resultar anulado.

Para evitar esa anulación, creo que resulta útil ejercitarme en una observación permanente de mi rol “mientras” desarrollo la mediación, como saliéndome de mi lugar para medir mi neutralidad.

También debo reconocer que este trabajo lo desarrollé como un desafío de mi condición de auto-observadora buceando en los casos grabados, en busca de otras situaciones diferentes de las ejemplificadas por las profesionales examinadoras.

Otra manera que contribuiría a mantener la neutralidad, es ejercitando la abstención ante los dichos de las partes; de manera de generar un espacio de silencio antes de intervenir; y aquí es donde – de otra manera- ayuda el parafraseo, utilizándolo como una herramienta comunicacional, toda vez que con el se recogen los hechos, los intereses, las necesidades, sentimientos de la parte en uso de la palabra y se produce una espera que anule mi intromisión o ingerencia indebida y posibilite a su vez la reflexión de lo que se está trasmitiendo.

Ello también favorece una escucha neutral y activa, el reconocimiento de las partes, el empowerment y a la vez, que las partes puedan reconocerse mutuamente, en este proceso de resignificación de conceptos que puedan contribuir a modificar sus conductas de estancamiento frente al conflicto y generar nuevas alternativas para la resolución del conflicto que los ha llevado a la mediación.

Finalmente, también he reflexionado sobre este hacer en mediación, y advierto que si bien con el tiempo y la realización de importante cantidad de mediaciones, adquirimos una significativa experiencia, ello nos puede llevar a automatizar comportamientos, estandarizando un discurso, un procedimiento, que luego aplicamos “al caso particular”.

Y en este repensar también advierto que si llegase a suceder una situación como la señalada, se desvirtuaría la esencia misma de la mediación como proceso comunicacional entre los sujetos involucrados en un conflicto, ya  que el camino o solución que las personas generen será distinto, único e irrepetible como lo es la persona misma.



BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:

Alvarez G. Highton, MEDIACION PARA RESOLVER CONFLICTOS,
Bush, B. – Folger,  LA PROMESA DE MEDIACION
Suares Marinés,  MEDIACION – MEDIACIÓN, CONDUCCIÓN DE DISPUTAS, COMUNICACIÓN Y TÉCNICAS.
Fisher, Roger – Shapiro Daniel – LAS EMOCIONES EN LA NEGOCIACIÓN
Caram, Maria Elene, Eilbaum,  Diana  Teresa y Risolía Matilde, MEDIACIÓN, DISEÑO DE UNA PRÁCTIVA.
Diaz Francisco, Tapia Gachi, MEDIACION – HERRAMIENTAS PARA TRABAJAR EN MEDIACION
Brandoni Florencia, “ APUNTES SOBRE LA NEUTRALIDAD
Cobb, Sara, LA NEUTRALIDAD COMO UNA PRACTICA DISCURSIVA”
Nieto, Roberto : “ MEDIACIÓN FAMILIAR: PONENCIA: EN TORNO A LA NEUTRALIDAD Y LA ÉTICA: LAS INJERENCIAS DEL MEDIADOR EN LA FAMILIA”, (III Encuentro de las Américas para la Resolución Pacífica de Conflictos).

Greco Silvana y Vecchi Silvia Eva: “MEDIACIÓN FAMILIAR. NEUTRALIDAD: VINCULO Y PROCESO COMUNICACIONAL” ( en Derecho de Familia- Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia – N° 12, Abeledo Perrot)




[1] Sara Cobb, nos habla de las sombras de nuestras características como mediador. Aclarando que fue muy impactante y tranquilizador los conceptos trasmitidos por la disertante en el Congreso Internacional realizado en la ciudad de Buenos Aires, en agosto de 2011. Sara Cobb ya no habla de neutralidad, sino de multiparcialidad del mediador.

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